Verónica Escobar
Carné # 201703922
La educación sexual en Guatemala aún es un reto muy grande para las autoridades encargadas del tema, en las áreas rurales del país principalmente. En dichas áreas las creencias religiosas predominantes han satanizado la educación sexual, haciendo que los padres de familia se nieguen a que sus hijos reciban educación sexual y sigan siendo potenciales víctimas sin la capacidad de identificarlo.
En la mayoría de los casos los abusos son realizados por miembros de la familia, un gran porcentaje de esos son por el padre biológico de la víctima. En lo que va de este año más de 1500 niñas han sido embrazadas por su padre biológico, y se estima que alrededor de 2000 por un padrastro, tío o abuelo.
Pero esto no solo refleja la descomposición de la estructura familiar sino también el poco acceso a educación sexual, pues muchos de esos abusos se cometieron de forma repetitiva, y en muchas ocasiones las víctimas no supieron identificar que eran víctimas de abuso.
Pero porque muchos padres y madres de familia se niegan a que sus hijos reciban educación sexual. Principalmente en las áreas rurales las creencias religiosas son muy arraigadas y estas tergiversan la realidad de la educación sexual, haciendo ver como pecado el conocimiento del cuerpo en el ámbito sexual.
Todo esto crea un efecto domino, el nulo acceso a la educación sexual no permite que la víctima identifique que le están abusando, los padres callan el abuso para evitar la vergüenza o bajo amenazas, el abuso se repite.
La educación sexual debe ser obligatoria en todos los niveles, enfocada en las necesidades que se presentan a lo largo de cada etapa de la vida, esto además de proveer de conocimiento a los niños los ayudará a identificar las agresiones sexuales antes que estas lleguen a tener consecuencias mayores, brindara el conocimiento necesario para prevenir embarazos en menores de edad y una mejor calidad de vida para nuestros niños.
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