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El machismo normalizado

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En Guatemala, un país que durante los últimos años ha tenido un avance en temas de derechos humanos, aún hay mucho en que trabajar, ya que la sociedad no está del todo informada de la manera correcta de tratarnos como ciudadanos de un mismo país. Dentro del comportamiento humano existe la constante necesidad de sentirse mayor que los demás, y esto es algo que ciega incluso al mejor instruido.


Para la población guatemalteca hay situaciones que se han convertido en cotidianidades, desde actitudes hasta acciones, vienen marcando un comportamiento que aunque se luche costará mucho poder erradicarlo de nuestra sociedad, el machismo está presente en todo momento y una gran parte de la sociedad quiere hacerse de la vista corta ante tal hecho no es tan fácil. Las víctimas son cada vez más y no necesariamente han sido agredidas físicamente.


La manera en que se catalogan los roles de género han provocado que se encasille a la mujer en un espacio reducido al hogar, los hijos y el esposo, se sueña con que las niñas se casen y sean buenas esposas y madres, a pesar de estar en el siglo XXI cuando una mujer en la sociedad guatemalteca decide evitar las responsabilidades impuestas por la sociedad se le cataloga como una mala mujer.


Cuando una mujer llega a un lugar donde “normalmente” llegan hombres son vistas de manera despectiva he incluso se le trata como “tonta” y en muchas ocasiones incluso se busca la manera de sobrepasarse con ella por estar donde están los hombres. Cuando una mujer intenta hacer algo que está catalogado como trabajo de hombre se le menosprecia, pero si un hombre toma acciones que están asignadas como una función femenina se le ve en forma de burla, tachándolo de débil o afeminado porque en la sociedad machista en la que hemos crecido las mujeres son las que tienen que encargarse de todo lo asignado al hogar y que el trabajo fuera de casa es exclusivo para los hombres.


Y la situación es mucho más grave en el interior del país, donde aún existen los matrimonios arreglados a conveniencia, a las niñas no se les pregunta en ningún momento si están o no de acuerdo con el matrimonio, incluso siendo aún muy niñas son entregadas a cambio de lo acordado en el compromiso matrimonial.


Para que este flagelo sea eliminado de la sociedad es necesario cambiar desde casa los patrones de machismo que se han normalizado, desde hacer que las niñas sean las que deban servir en casa a los varones hasta permitir las mismas oportunidades de desarrollo, no imponiendo estereotipos en las niñas, que las harán crecer creyendo que es su obligación dejar sus metas y sueños por casarse y formar una familia cuando el hombre “indicado” llegue a sus vidas.


Por. Verónica Escobar

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